Dios de amor,
venimos ante Ti pidiendo Tu gracia especial al recorrer el año dedicado a
la memoria de la conversión de San Ignacio.
Recordamos la batalla de Pamplona, la valentía de Ignacio, su temeridad,
su capacidad de relacionarse con sus compañeros.
Recordamos su herida, sus sueños rotos, su aparente fracaso, la
vulnerabilidad de su salud, su regreso a Loyola y los largos días de
búsqueda espiritual para tratar de encontrar su camino en la vida,
entregando finalmente su vida a Ti mientras escuchaba Tu voz
hablándole a través de su lectura, de sus sueños, de sus oraciones, de su
imaginación. Recordamos su viaje a Manresa; sus luchas interiores; su
deseo de llegar a los demás, ayudando a las almas a descubrir la
consolación de Tu Hijo Resucitado. Te pedimos, Señor, que renueves
también hoy en nosotros el espíritu de Ignacio.
Que nos acerquemos a su total confianza en el Espíritu Santo,
siguiéndole fielmente, sin adelantarse, ni quedarse atrás.
Que hagamos nuestra su capacidad de discernimiento, su valentía, su
vulnerabilidad, su búsqueda de compañía, su apertura a los jóvenes y su
deseo de compartir con ellos su sabiduría.
Que aprendamos de su intrepidez para seguir adelante, aunque a veces
signifique cometer errores.
Concédenos, Señor, arder con su celo apostólico y estar llenos de amor
por este mundo hermoso, pero herido.
Ayúdanos, Señor, a apartarnos de nuestras miras estrechas, de nuestras
ideas preconcebidas sobre nosotros mismos, sobre los demás, sobre
nuestro mundo, y a ver todo con ojos nuevos.
Ayúdanos a vivir siempre más profundamente el carisma ignaciano de ver
nuevas todas las cosas en Cristo, de ver Tu gracia en acción,
incluso en la oscuridad y en el sufrimiento.
Que este Año Ignaciano nos ayude a conocer más claramente a Jesús
pobre y humilde, a amarle más entrañablemente
y a seguirle más de cerca.
Pedimos la intercesión de Nuestra Señora del Camino para que nos
ayude a caminar con Tu Hijo, Jesús, poniendo nuestra mano en la suya;
saliendo, cada día, al mundo con un sentido
de aventura, amor y esperanza.
Amén.